Cinco obras maestras infravaloradas

El término obra maestra a día de hoy se utiliza para referirse a aquellas películas que rozan la excelencia. Sin embargo, el significado original conlleva algo más. Un largometraje es merecedor de ser llamado obra maestra cuando marca unos precedentes dentro de un género, o del cine en general, que inspiran a directores y guionistas a la hora de elaborar sus obras. La mayoría de estas películas y sus autores gozan de fama y respeto por parte de todos los aficionados al cine. Asimismo, otras tantas que cumplen estos requisitos han pasado más desapercibidas a pesar de haber dejado huella en el devenir del séptimo arte. Hoy analizaré cinco de ellas.

Los siete samuráis (1954)

Comenzaré con la más antigua de la lista. Cuando en occidente se habla de clásicos se mencionan nombres como Kubrick, Hitchcock o incluso Orson Welles. Sin embargo, solemos pasar por alto a uno de los directores más relevantes del siglo XX: Akira Kurosawa. Tras gozar de reconocimiento mundial hacia de la década de los 50, marcaría un antes y un después con su primer jidaikegi (drama de época en japonés), Los siete samuráis. Esta obra tiene una premisa sencilla. Los habitantes de un pueblo de la Japón feudal contratan los servicios de un grupo de samuráis para protegerse de los ataques de unos bandidos. Sin embargo, sería el tratamiento épico y meticuloso de las escenas de acción el que la convertiría en una cinta de referencia reconocida a nivel mundial. Serviría de inspiración para multitud de películas de acción elaboradas posteriormente, entre las que se incluye la saga de Star Wars, tal y como reconoce el propio Geroge Lucas. A pesar de ello, la memoria colectiva no le ha hecho justicia al impacto del cineasta nipón.

Ficha de Los siete samuráis en Filmaffinity.

Funny Games (1997)

Se trata de una de las principales obras del austriaco Michael Haneke, tanto que llegó a recibir un remake hollywoodiense una década después de su lanzamiento. Narra la historia de una familia con un hijo que va a pasar las vacaciones a una casa en un lago. Allí conocerán a un joven que transformará su estancia en una pesadilla. Aunque se inspira ligeramente en La naranja mecánica, para muchos cineastas esta es la película que mejor define y construye el arquetipo de villano psicópata y extravagante, que más allá de representar la maldad de manera plana, disfruta del dolor que causa. Este perfil de antagonista frío, calculador pero trivial al mismo tiempo, se ha trasladado a incontables historias, desde thrillers hasta slashers, pasando por sagas de acción como puede ser La purga.

Ficha de Funny Games en Filmaffinity.

El séptimo sello (1957)

Uno de los directores más relevantes del siglo XX es sin duda el sueco Ingmar Bergman. Se podría afirmar que es el cineasta con más influencia y respeto dentro del gremio, pero con el nombre menos sonado para el gran público. Por ello, vale la pena destacar su obra prima. El séptimo sello toma lugar en una Europa desolada con la peste negra, y comienza con un encuentro entre nuestro protagonista y la muerte. Para intentar evitarla, la retará a una partida de ajedrez. Entonces comenzará un camino en el que buscará dar respuesta a las grandes cuestiones de la vida. Junto a su estilo visual delicado, es este tratamiento profundo y existencial sobre temas filosóficos, religiosos, simbólicos y culturales el que la convertiría en pionera y referente a la hora de confeccionar narraciones que vayan un paso más allá.

Ficha de El séptimo sello en Filmaffinity.

Alien, el octavo pasajero (1979)

Dirigida por Ridley Scott, este largometraje es todo un clásico de la segunda mitad del siglo XX. Se ha convertido en una de las sagas más longevas y exitosas de la gran pantalla, acumulando secuelas, crossovers, e incluso videojuegos. Sin embargo, el motivo por el que figura en esta lista es porque todo ello lo ha conseguido como cinta de ciencia-ficción, concretamente dentro de los subgéneros de futurismo y viajes espaciales. Por lo que no se la tiene tan en cuenta y está considerablemente infravalorada es por su impacto en el cine de terror. El concepto de que un grupo de protagonistas se encuentren encerrados en un lugar donde saben que hay una entidad (véase alienígena, asesino en serie, espectro, etc.) que trata de darles caza. Esa tensión e incertidumbre en cada plano, o esa adrenalina en escenas de persecución a las que estamos tan acostumbrados a día de hoy se deben en gran medida a lo que Ridley Scott supo llevar a cabo en una película donde el terror es únicamente una herramienta narrativa y ni siquiera un fin. Una película que ha tenido mucho éxito y claramente se inspira en la historia de la tripulación del Nostromo es Un lugar tranquilo (2018).

Ficha de Alien, el octavo pasajero en Filmaffinity.

Cube (1997)

Esta cinta independiente canadiense dirigida por Vicenzo Natali pisó fuerte en festivales de cine de todo el mundo pero pasó de puntillas para el gran público. A pesar de ello, el paso del tiempo la ha situado como la razón de la popularidad del terror de espacios cerrados. Supo utilizar de forma magistral unos limitados elementos y recursos para crear una atmósfera claustrofóbica y un clima desenfrenado que a día de hoy es tendencia. No solo sirvió de inspiración para obras pioneras como la saga Saw, o fenómenos como El hoyo (2019) (cuya secuela ha sido analizada en este mismo blog), sino que también nace de ella la corriente de cintas del formato escape room.

Ficha de Cube en Filmaffinity.

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