Crash (2004) es una película estadounidense dirigida por Paul Haggis. A pesar de ser principalmente guionista, conocido por éxitos como Casino Royale o Million Dollar Baby, decidió debutar como director en esta cinta que no dejó indiferente a nadie. Causó un gran impacto por su pulidísimo guion, en el que profundizaré más adelante. Fue galardonada con decenas de premios, entre los que figuran tres estatuillas, incluyendo la de mejor película del año. Desde entonces, se ha consolidado como una cinta de culto dentro del subgénero de historias cruzadas, considerada de sus principales exponentes.
Aunque en este blog dedicaré la sección de análisis a hablar mayormente de estrenos, me resulta oportuno echar la vista atrás de vez en cuando. En este caso, la perspectiva del tiempo me ha ofrecido una percepción bastante distinta del largometraje. Cuando lo visioné por primera vez, siendo todavía un adolescente, quedé totalmente fascinado. Sin ni siquiera terminarla estaba convencido de que era una obra maestra con todas las letras y que me resultaría muy complicado encontrar otra película tan brillante en el ámbito que Crash trata de brillar. Sin embargo, la volví a ver recientemente, habiendo pasado unos diez años, y mi opinión es bastante distinta.
Comenzaré rompiendo una lanza a su favor. El ejercicio que Haggis realiza con el guion está ejecutado de forma excelente. Es un alarde de técnica que, como he mencionado antes, está a la altura de muy pocas producciones en la historia del cine. No es de extrañar que se haya convertido en una cinta de referencia por la manera en la que entrelaza sus historias. Te permite conocer con pausa a todos los personajes de forma individual, al mismo tiempo que se van conectando entre sí con una maestría digna de admirar. Se trata de un auténtico caramelo para el espectador. Una suma de coincidencias que no se sienten a conveniencia de la historia sino naturales, un manejo brillante del ritmo, que es acelerado pero sabe cuándo tomarse su tiempo, y saltos temporales perfectamente llevados a cabo, entre otros muchos elementos técnicos, justifican el éxito que esta película cosechó en su día.
Sin embargo, volver a ver esta película me ha hecho apreciar algunas carencias que no supe ver en su momento. De hecho, es un caso que resulta muy ilustrativo a la hora de definir qué es lo que, personalmente, me ha enamorado del cine. Considero que gran parte del valor de este es la capacidad que tiene de transmitir. Es lo que diferencia las matemáticas del arte: no siempre se consigue el resultado esperado solo con la suma de los factores correctos. En el caso de Crash, Haggis da la sensación de confiar demasiado en su talento como guionista y creer que la complejidad es lo mismo que la excelencia. No trato de decir que sea un caso de “menos es más”, sino que considero un error dejar al margen el lado más humano y sensible en pro de un ejercicio técnico prácticamente impecable. A pesar de superar a cintas como Pulp Fiction (de Tarantino) o Babel (de Iñárritu) en cuanto a la ejecución del formato de historias cruzadas, lo que se cuenta mediante dichas historias no resulta ni tan interesante y dinámico como la primera ni tan profundo y palpable como la segunda. No consigue cruzar con éxito la barrera de la superficialidad, escondiendo detrás de una ejecución compleja una historia y un mensaje simples. Tampoco logra que empatices lo suficiente ni con el dolor ni con la alegría de los personajes. Podría decirse que la película es como una máquina: está compuesta por las mejores piezas, conectadas con los mejores circuitos, pero le falta alma.
Además, su mensaje principal ha sido objeto de crítica, especialmente entre la sociedad estadounidense. Y es que, aunque los valores que trata de manifestar son antirracistas, no lo hace de forma adecuada. Para empezar, pasa muy de puntillas, sin llegar a profundizar demasiado en ello. Por si fuera poco, la forma de abordar dicho tema es también bastante inoportuna. Trata de reflejar el racismo como algo universal y bidireccional, lo cual omite totalmente su naturaleza sistemática. No es adecuado equiparar el racismo que sufren las personas blancas en los barrios de población negra (consecuencia de siglos de segregación y diferencias sociales) con el que padecen los afroamericanos, quienes están en la base de la pirámide social en cuanto a privilegios en el contexto sociopolítico en el que se rueda la cinta.
Como conclusión, considero que es una película que todo amante del cine debe ver al menos una vez en su vida gracias a un guion sin precedentes a nivel técnico y una narrativa impecable. No obstante, el largometraje deja muy de lado otros elementos no tan palpables, pero igual o más importantes en lo que dar valor a una película se refiere. Por tanto, es muy disfrutable por su elaboración, pero decepcionante al tratar de mirar más allá.
Ficha de Crash (2004) en Filmaffinity.