El hoyo 2 – Análisis

La primera entrega de El Hoyo (2019) fue todo un éxito en festivales de cine independiente, y se vio catapultada al ser publicada en Netflix. Un thriller de terror al estilo de Cube (1997) con claros enfoques hacia la crítica social y referencias religiosas consiguió cautivar al público, no solo español, sino mundial. Sin embargo, la cinta dejó muchas preguntas sin resolver, de esas que te dejan un sabor agridulce porque funcionan bien como final abierto pero, por otro lado, quieres saber qué es lo que realmente hay detrás. El 4 de octubre de 2024 se lanzó también en Netflix la tan esperada segunda parte con unas expectativas muy altas.

Esta secuela comienza de una forma similar a la original. Varios de los personajes que conoceremos a lo largo de la cinta son entrevistados antes de entrar al hoyo, la ya conocida cárcel en forma de torre de 333 plantas. Cada uno es ocupado por dos personas, con una plataforma en el centro por la que baja comida y deja en manos de los presos de pisos altos si alimentarse todo lo posible o ser solidarios con los de más abajo, teniendo en cuenta que la distribución de dichas plantas cambia de forma aleatoria una vez al mes.

En la primera media hora de visionado ya se puede percibir que no es una continuación al uso. De hecho, al terminar sigue sin quedar claro si es una secuela, una precuela, o una historia que transcurre al mismo tiempo. Sin embargo, sea como sea, al tratarse de una segunda parte, la cinta pierde una de sus mayores bazas: el efecto de la confusión que se produce cuando el espectador y el protagonista van averiguando de qué trata todo al mismo tiempo. Esto hace que sea mucho menos inmersiva y que, por la naturaleza de la historia, empatices menos con sus nuevos personajes. Los dilemas éticos que se plantean o se sugieren ya estaban bien planteados y sugeridos en la primera entrega, y solo se ahonda en ellos de forma superflua. Los diálogos y conflictos entre personajes pueden parecer interesantes a simple vista pero, en mi opinión, son puramente efectistas. Funcionan bien de forma aislada pero no dan de sí para construir la suficiente profundidad, y resultan en su mayoría simples o estereotípicos. El resto es simplemente caos y crueldad, que se siente mas un fin en sí mismo que un medio en pro de la narración.

El simbolismo y los mensajes esta vez forman una parte aun más troncal en la película, que van en aumento a lo largo que esta avanza. Si bien es cierto que en la segunda mitad del largometraje tienen lugar ciertos eventos que le dan un giro de tuerca a la historia, el foco principal se va diluyendo paulatinamente. Da la sensación de que no queda mucho más que contar. Todo sea dicho, este declive se disimula con más o menos éxito gracias a una buena técnica cinematográfica, un ritmo acelerado e interpretaciones sólidas.

En conclusión, no considero que ninguno de los aspectos negativos que he comentado la conviertan en un mal largometraje en sí. De hecho, es bastante disfrutable tanto como película individual como a modo de «secuela». Simplemente puede resultar decepcionante para el espectador fan de la primera entrega que espera con ganas la segunda. Se trata de una problemática común en las segundas partes que ya comenté brevemente en un artículo anterior en este blog. No solo se juega con los cánones que dictaminan si una película es mejor o peor, ni con la subjetividad del público al interpretarlos. Se compite con una antecesora, además de con el efecto sorpresa, y, naturalmente, las expectativas exigen al menos una continuación a la altura.

Ficha de El hoyo 2 en Filmaffinity.

1 comentario en “El hoyo 2 – Análisis”

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